Bosque Mitago: Misoginia en la Foresta

Hay libros que deberían ser buenos, pero que a pesar de todo no lo son. Esta frase, aparentemente contradictoria, podría ser un breve resumen de lo que pienso de “Bosque Mitago”, de Robert Holdstock. Dejadme que me explique: hay libros cuya premisa y/o cuya calidad en la prosa son tales que en principio deberían funcionar, pero al final no lo hacen por uno u otro motivo.

En el caso de Bosque Mitago, su premisa constituye lo que a mi me gusta llamar “Historias desperdiciadas”, concepto que vengo usando desde aquellos tiempos en que aún alquilábamos películas en el videoclub. Por aquel entonces, sin un uso tan extendido de internet, no era raro que nuestro grupo escogiera películas por los motivos más aleatorios, como “La sinopsis pinta bien”, “Está de oferta”, “Mira que título más gracioso” o “Sale un lagarto gigante en la caratula”. Cualquier razonamiento era válido si podías convencer al resto.

El caso es que por aquel entonces empecé a detectar una pauta en algunas películas, que serían las llamadas historias desperdiciadas, que tomaban un concepto novedoso e imaginativo y se dedican a no hacer absolutamente nada interesante con él. Me daban especial rabia, porque en mi mente era como si esas películas les estuvieran robando las ideas a otras que podrían haber hecho cosas mucho mejores con ellas. Es la sensación que en su día me dieron películas como In time o Brave. En mi opinión, potencial desperdiciado.


Potencial desperdiciado

Por supuesto, esto también pasa con los libros y claramente Bosque Mitago es un buen ejemplo de ello. La idea de la que parte es la siguiente: Existe un bosque, en Inglaterra, en el que los personajes de cuentos y leyendas pasan de ser meras ideas en el inconsciente colectivo a seres corpóreos, con vida y objetivos vitales propios. Por motivos que luego os cuento, un joven llamado Steven entra en el bosque y allí uno se esperaría que se encontrara con personajes como Robin Hood, Morgana, Merlín, el Caballero verde, la Dama del lago, alguna Selkie y Kelpies, a Grendel o a Saxnôt. Además, se deja bastante claro que cada mitago (que es el nombre que reciben estas criaturas) viene creado por la mente de un humano que se adentre en el bosque o que esté muy cerca de este, por lo que incluso podríamos llegar a esperar, no sé, un duelo mágico entre dos Merlines creados por dos mentes distintas, para así determinar quién es el verdadero.

Es un concepto interesante, que podría dar mucho de sí, sobre todo si el autor se hubiera aprovechado para meter folclore de otras partes del mundo, algo fácil de justificar si introducimos personajes humanos de otras culturas. Pero claro, nada de eso pasa. y siquiera aprovecha plenamente las leyendas e historias inglesas. Y como hasta aquí llega todo lo que puedo comentar del argumento sin entrar en terreno spoiler, a partir del siguiente párrafo hablaré del mismo sin filtro alguno. ¡Avisades estáis!

A pesar de la interesante premisa, el argumento es más bien que el protagonista (Stephen Huxley) se adentra en el bosque para rescatar a su amada, junto con un amigo que es igual de sosias que él. Allí va encontrando lo que todo el rato se nos dice que son personajes, lugares y sucesos de lo más extraordinario, pero que en mi opinión no llegan nunca a ser suficientemente fantásticos como para que sienta que se están aprovechando las posibilidades que el escenario brindaba. Por ejemplo, en cierto momento, se encuentran un castillo en mitad del bosque, descrito como “Surgido de los sueños más locos de un hada.” Con esa descripción, a mi me vienen a la mente escenas mucho más alejadas de lo mundano de lo que termina siendo el edificio en sí: “Una fortaleza gigantesca, sombría, de los tiempos de los caballeros, cuando la caballería había sido más romántica que cruel. Siglo doce, pensé, quizá cien años antes… Era la imagen típica de las épocas anteriores a los saqueos y a los abandonos.”

Cómo un lugar que primero se describe como salido de los sueños más locos de un hada termina siendo líneas más adelante «una imagen típica», donde por cierto lo que encuentran es un rebaño de ovejas pastando, es algo que no llego a entender.


Stephen el cotilla

Como decía, a veces ocurre que, si bien un libro no cuenta nada especialmente interesante, el nivel de su escritura y la forma en que los eventos se nos presentan son suficientemente buenos como para mantener nuestro interés hasta el final. De nuevo, no es el caso de Bosque Mitago, que si bien tiene un nivel técnico en su escritura innegable (tanto en su versión original en inglés como en la traducción al castellano de Cristina Macía), donde nunca detecté errores como pudieran ser repeticiones excesivas, omisiones, inversiones ni frases forzadas, también es cierto que no logró entusiasmarme en ningún momento en la forma que elige para contar su historia.

Esto ocurre por varias razones. La primera es que vivimos la práctica totalidad de la aventura a través de los ojos de Stephen, un personaje cuya única motivación parece ser buscar a su amada Guiwenneth y salvarla de su secuestro. Además, la narración parece tener que hacer esfuerzos por extenderse innecesariamente, quizás porque esta historia nació como relato corto y luego fue expandido hasta convertirse en este libro. Así, primero el protagonista se enterará de todo lo que sucede a través de los diarios de su padre, luego a través de más hojas del mismo diario que encuentra en otro sitio, luego a través de los cuentos que narran varios personajes y finalmente a través del diario que escribe su compañero de viaje (Harry Keeton) y que Stephen cotillea sin permiso.

De hecho, Stephen nunca llega a ser un personaje realmente activo. Él solo quiere que lo dejen estar tranquilo (cosa que puedo entender perfectamente, no todos estamos hechos para ser aventureros) y vivir con su princesa en paz. Por ello, se dedica a poco más que leer los diarios y vivir sin preocupaciones hasta que la secuestran, momento en que se ve obligado a ir en su busca. El problema es que durante su viaje, no hace nada más que hablar con quien se va encontrando, juntando así las piezas del puzle que parece ser su vida. Además, llegado el momento de la verdad tiene que enfrentarse a su destino, solo que de nuevo se ve incapaz de hacerlo y la historia sigue sucediendo, con su ayuda o sin ella. Efectivamente, al final todo sucede por casualidad.

Bueno, al menos salva a Guiwenneth. ¡Qué bien! ¿no?


Misoginia en la foresta

Siendo sincero, libros con las características que hasta aquí he listado hay muchos, pero si hay algo que destaque en Bosque Mitago es su aborrecible tratamiento de las mujeres. Veréis, la mayoría de personajes de esta historia son mitagos, no humanos, y de estos últimos solamente tres llegan a tener relevancia. Ellos son Stephen y su hermano Christian, que luchan por el amor de su amada Guiwenneth, y Harry Keeton, quien hace las veces de escudero y confidente de Stephen. De entre los pocos otros humanos que se mencionan encontramos a la madre de los hermanos, que murió antes de empezar los hechos que componen la historia, y Anne Hayden, cuyo papel es simplemente ser la hija de un amigo del padre de Stephen y tener en su haber unas pocas hojas del diario de este.

Su intervención es casi nula, pero si la saco a colación es porque es la única mujer humana con diálogo, aunque sea escaso. Es descrita como malcarada y antipática, aunque la verdad es que no hay nada en sus actos que me sugiera esa supuesta actitud que nos describe el narrador. También habría que decir que se deja entrever que la señora vive en una relación extramatrimonial y no se avergüenza de ello, pero esta decisión de vivir su vida como ella quiera será la última cosa positiva sobre una mujer que vayamos a ver en este libro.

Y es que el resto de mujeres que aparecen son mitagos, no humanas. Recordemos que un mitago es un ser creado a través de las ideas inconscientes que flotan en la mente de los humanos cercanos al bosque. Por ello, se crean reflejando las ideas preconcebidas que puedan tener estos y, aunque surgen con una mente, sentimientos y objetivos vitales propios, estos les son asignados al ser creados. De hecho, se dice explícitamente que cada mitago tiene una función y vive para realizarla, para cumplir su papel en la narración que compone el bosque.

El principal personaje femenino es Guiwenneth, la única mujer con algo de peso en la historia. Es descrita como una joven princesa guerrera de aspecto tribal y comportamiento salvaje. En realidad, es una cazadora experta e incluso la vemos luchando en un momento concreto, con gran solvencia. ¡Incluso se nos dice que posee grandes poderes otorgados por las divinidades a las que adoran los suyos!

De nuevo, con esta presentación podríamos esperar mucho de ella, pero como es un mitago, su personaje está destinado a cumplir su función en las leyendas, que no es sino ser el objeto de deseo de los hombres que la vean, que perderán la cabeza por ella. Que sepamos, tanto Stephen como su hermano y el padre de ambos se encapricharon de la muchacha hasta el delirio (menuda familia).

De hecho, Guiwenneth empieza la historia muerta y con Christian (hermano de Stephen) lamentando su muerte, pero como es un mitago eso no importa, y se marcha al bosque en pos de otra versión de ella. Lo que sucede es que es el otro hermano, Stephen, quien la encuentra. Y claro, cuando Christian vuelve, no le parece nada bien que Guiwenneth y Stephen hayan iniciado una relación, por lo que la secuestra y se la lleva al bosque. Y ya está, Guiwenneth no volverá a aparecer hasta el final de la historia, para poco más que ser el trofeo a ganar.

Christian se la lleva mediante el uso de la violencia, pero no creáis que Stephen es mucho mejor, ya que cada vez que vea a su hermano le gritará algo como “¡Devuélvemela, es mía!”. Si se supone que nos ha de caer mejor es porque, en una sola ocasión, deja caer que quizás ella tenga algo que decir al respecto, aunque por su conducta el resto del tiempo queda claro que es porque sabe que ella lo ama a él. Pero, ¿Cómo no iba a ser así? Guiwenneth no es humana, es un mitago cuya finalidad es ser deseada y que los hombres mueran por ella, su personalidad se puede resumir en amar y ser amada, no hay mucho más.

Me vais a perdonar, pero es como si un dibujante dibujase a un personaje que reúna todas las características físicas que le atraen y luego convirtiera la ilustración en el blanco de su onanismo… solo que en este caso Guiwenneth es real. Y no será humana, pero se deja bien claro que siente y padece, y no creo que sea culpa de ella que la crearan realmente sin libre albedrío. Guiwenneth es un claro ejemplo del tropo narrativo que Jonathan McIntosh llamó “Born Sexy Yesteday” (Nacida sexy ayer) o BSY, y que definió como “Una chica altamente habilidosa o capacitada, de carácter ingenuo, con el cuerpo de una mujer adulta sexualizada, creándose una relación completamente desbalanceada en la que el hombre del que se enamora tiene todo el poder.”

Y digo que es un claro ejemplo, puesto que Guiwenneth es creada de la nada, moldeada para reflejar los gustos del hombre que la imaginó y para amarlo. Y aunque se la describe como dotada para la guerra y la caza, estas habilidades parecen más una forma más de fetichizarla que verdaderos rasgos de su personaje, como si Robert Holdstock hubiera volcado sus propias fantasías en ella.

Aunque espero que ese no sea el caso, porque todavía no hemos llegado a lo peor. Veréis, el tropo BSY describe una mujer físicamente adulta con una mente infantil, pues es creada de la noche a la mañana ya con ese cuerpo, argumento que suele ser la excusa para poder sexualizarla (tiene un cuerpo adulto y su mente aprende rápido, por lo que pronto pensará como una adulta), lo cual ya es de por sí muy problemático. Pero Holdstock decidió llevarlo más lejos cuando describió a Guiwenneth como “sexualmente infantil”. Os juro que no me lo estoy inventando. Cómo esto se llegó a publicar y posteriormente se convirtió en un bestseller ganador de premios, con varias secuelas, es algo que se me escapa.

Juro que, como leí este título en castellano, tuve que buscar el original en inglés porque no pude evitar pensar que la traductora había enturbiado el texto sin querer, pero no:

“She liked the way I spoke, my smile: features about me, perhaps, that were as exciting to her as her own beauty and that childish, terrifying sexuality were to me.” (Le gustaba mi manera de hablar, mi sonrisa: quizá esas características mías le resultaban tan excitantes como a mí su belleza, y aquella sexualidad infantil, increíble).

Pero descuidad, porque no es la única mitago mujer con cierto papel, pues nuestro protagonista también se encontrará a lo largo de su travesía con la narradora de historias, una especie de chamán que cuenta a su tribu las leyendas del bosque, historias que fueron, son y serán, como la del propio Stephen. Interesante, si no fuera porque se trata de una muchacha descrita como preadolescente y que siempre va desnuda. Incluso Stephen vuelve a incidir sobre este punto, observando que apenas tendría diez o doce años, que no tenía vello corporal y que sus pechos apenas abultaban. Al menos en esta ocasión no se hace referencia a que ningún personaje la observe con pensamientos sexuales, pero con el tratamiento previo que se le hace a Guiwenneth, es muy complicado no verse sobrepasado por la incomodidad en esta y otras escenas.

Sobre todo esto he leído gente excusando a Holdstock aludiendo a que en realidad Guiwenneth es un reflejo de no se qué arquetipo Jungiano, pero en primer lugar, por muchas excusas que pongamos no deja de ser la descripción de una relación abominable de principio a fin y, en segundo, en esta casa no respetamos nada que tenga que ver con el psicoanálisis. Otros mencionan que no se trata de pedofilia, sino de efebofilia, como si eso lo arreglase. Una relación de un adulto con un menor siempre es un abuso del primero sobre el segundo, y cualquier excusa que describamos en nuestra historia no cambiará eso, pues lo queramos o no, estaríamos favoreciendo la normalización de este tipo de “relaciones”.

Bueno, igual Holdstock es una bellísima persona y nunca quiso dar a entender todo esto que estoy sacando a colación, igual es tan inocente que no se le llegó a pasar por la cabeza ¿no? Francamente, lo dudo. Veréis, se editó una versión especial del libro por su treinta aniversario, que inicia con un prólogo con una descripción del libro y del propio Robert que los pone a ambos por las nubes, y que además incluye una curiosa anécdota de cuando se le premió con el World Fantasy a la mejor novela (sorprendente, lo sé):

Rob was unable to travel to America to collect his World Fantasy Award for Best Novel, and the award, an Easter Island style head of H. P. Lovecraft, sculpted by Gahan Wilson, was presented to him by editor Jo Fletcher at a British Fantasy Society open night. He was thrilled, but his speech was anything but self-aggrandising. “This is a day to tell my diary about,” he told us, happily. “Went to British Fantasy Society Open Night. Was given head by Jo Fletcher.”

Se trata de un chiste verde intraducible, ya que el premio tenía forma de cabeza y le fue entregado por la editora Jo Fletcher, por lo que Holdstock contaba luego con sorna que Fletcher le dio una cabeza (give head, literalmente dar cabeza, es argot para hacer una felación).

En efecto, un encanto de persona. Por mi parte, no leeré las continuaciones de esta historia. Ni me ha interesado lo poco que cuenta, ni la forma en que está contada, y desde luego me ha parecido problemática hasta el punto en que terminé la lectura solo para poder escribir estas líneas en condiciones y poder desquitarme un poco.

¿Y vosotres? ¿Qué opináis? ¿He sido demasiado intransigente con Bosque Mitago? ¿Tuvisteis sensaciones parecidas o por el contrario os pareció un buen libro?



Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *