Harry Quebert: aquello que confundimos con el amor

La memoria humana es un mecanismo curioso. Nos da cierta seguridad en nosotros mismos y en nuestro mundo al dotarnos de un sentido del «yo» que perdura en el tiempo, de una identidad inalterable que identificamos con nuestra persona. Pero es también una capacidad traicionera, pues funciona mucho peor de lo que creemos y confiamos en ella a pesar de las muchas veces que nos demuestra ser por completo falible. Solo así se explica que recordara la novela «La verdad sobre el caso Harry Quebert» como un buen libro, pero que al haber visionado recientemente su adaptación televisiva me haya encontrado con una historia que puedo calificar de muchas formas, pero pocas de ellas positivas.

Como decía, la memoria es caprichosa y había olvidado todo lo que en su día me perturbó de esta novela, mientras que en ella habían quedado atrapadas todas las sensaciones agradables. Y al ver la serie se dio el caso de que recordé al instante todo lo que mi mente parecía haber relegado al cajón del olvido, solo que esta vez lo que vi no me gustó nada. En parte deber ser porque la memoria tiende a recordar mejor lo agradable que lo desagradable, pero creo que en este caso además sucede que no soy la misma persona que hace los casi ya diez años que leí este libro.

La cuestión es que el paso del tiempo nos cambia (a veces para mal, pero a veces para bien, como espero que sea mi caso) y esta vez he sido mucho más consciente de todo lo malo que hay en esta historia. Y con todo ello en mente, no puedo evitar contaros lo que he ido pensando durante el visionado y para ello, lógicamente, toca entrar en terreno spoiler, pues me dispongo a desmantelar toda la trama de principio a final.


Para empezar, el título ya es indicativo de la tendencia que va a marcar la narrativa: “La verdad sobre el caso Harry Quebert”. ¿Por qué el título hace énfasis en él? Al fin y al cabo, la víctima es Nola Kellergan y respecto a Harry, aunque es el primer acusado, solo es uno de una interminable lista de potenciales culpables. La historia gira alrededor de Nola, aunque la narración se empeñe en tratarla como poco más que un objeto del escenario, pues el énfasis siempre recae en la gente a su alrededor, y para sorpresa de nadie, sobre todo en los hombres.

Pero mejor será hablar antes un poco de los personajes. Comencemos por Harry, quien (lamentablemente) da nombre al caso. Se trata de un escritor de éxito, un Stephen King marca Hacendado, que no puedo evitar pensar que quizás transmita buena parte de la visión del mundo que tenga el propio autor de la novela, Joël Dicker. El caso es que nuestro amigo Harry cosechó un tremendo éxito con su libro “El origen del mal”, pasando luego a dar clases de literatura en una universidad, donde conoce al segundo personaje y auténtico protagonista de este enredo.

Y si no puedo considerar a Harry un self-insert de Dicker en su historia, es porque es más probable que ese sea Marcus Goldman, exalumno del primero y también autor de éxito tras escribir una novela que parece haber sido un auténtico bombazo.

Y aquí yo ya me preguntaba, vale que la gracia de la relación entre estos dos es que son muy similares y su relación mentor-alumno mueve la trama y motiva a Marcus en su investigación, pero ¿no son demasiado parecidos? Hombres blancos cisheteros de edad similar (en los respectivos momentos en que logran sus respectivo éxitos literarios), que tras un solo éxito no parecen suficiente inspirados como para lograr un segundo, cuyo ego es tan enorme que no parece caber en la habitación y cuya única preocupación parece ser triunfar en sus carreras y que se les reconozca su arte. Y debo insistir con lo del ego, no sé como estos dos pueden cohabitar en la misma habitación, aunque quizás eso explique su afición a partirse los morros en combates de boxeo, que es por cierto el único intento de caracterización de estos dos más allá del «les gusta mucho escribir» y citar autores y obras clásicos venga o no al caso.

La cuestión es que es un cliché muy usado que el personaje protagonista sea un escritor. Y de verdad que entiendo su uso, yo mismo tengo al menos un par de historias en mente en que el personaje principal debería ser un escritor por respeto a la propia temática que tratan. Pero el caso es que no puedes esperar que un personaje sea interesante simplemente por su oficio, por muy artístico que sea este. Y un personaje que sea escritor, a estas alturas es algo tan visto que si no nos cuentas algo más, va a resultar aburrido. No solo eso, sino que Marcus y Quebert son unos narcisistas, vanidosos, que son adulados por todos los personajes terciarios que orbitan a su alrededor, comentando siempre lo listos y talentosos que son. Joël Dicker ¿qué intentas decirnos?

Pero es que además como Marcus y Quebert son personajes tan iguales, es que todo esto lo vamos a tener que soportar por duplicado durante la lectura. Y claro, uno podría pensar que el interés de estos personajes reside en sus obras, pero en el caso de Marcus hace más trabajo de reportero y de detective que otra cosa, mientras que en el de Quebert… bueno, luego lo hablamos, pero por ahora decir que me da la impresión que Joël Dicker quería ser escritor en el mismo sentido que los niños quieren ser futbolistas, estrellas del rock o, en la versión actualizada de estas fantasías, streamer o influencer. Más que nada porque sus dos personajes viven vidas de escritores de éxito, a todo tren, rodeados de lujo, éxito, dinero, etc. Pero eso sí, Harry vive atormentado por su pasado, etc. Como si solo con eso fuera a volverse interesante el interfecto.

Resumiendo, que es gerundio, un cadáver aparece en los terrenos del retirado Quebert, el de una chica de quince años, Nola Kellergan, desaparecida hace ya tiempo. El mayor problema es que la chica aparece con una copia de “El origen del mal”, novela que por cierto trata de una relación semejante a la que parece que tuvieron Quebert y Nola, pues él duplica la edad de ella. ¿Perturbador? Descuidad, porque el libro (y si me preguntáis, la serie más aún) se empeña en mostrarnos el lado «tierno» de la relación. Y pregunto ¿Qué lado tierno? ¿Qué romanticismo? ¡Que tiene quince años!

Si buscamos imágenes de Nola, la mayoría de los resultados son de ella junto a Harry, lo cual es sintomático de varios de los problemas en esta historia.

Tras el hallazgo, lógicamente Quebert es arrestado, aunque también más pronto que tarde es liberado porque su pupilo “demuestra” que Nola no solo tenía relación con él, al encontrar un cuadro de ella desnuda en casa de un adinerado magnate de la zona. Por lo visto esto es suficiente como para arriesgarse a que el escritorzuelo se fugue, aunque siga siendo un asesino más que probable.

Y ahora podría hablaros del magnate, así como de Bobbo, de Luther Caleb y de varios personajes más que pasarán todos a ser sospechosos de haber cometido el crimen en un momento u otro. Pero no voy a hacerlo porque esto se haría eterno, igual que esta historia una vez pasado el ecuador, cuando ya queda claro que va a ser un desfile de potenciales culpables que solo sirven para revelar cómo de complicada era la vida de Nola, como si eso justificara su relación con Harry. Y es que las circunstancias de su muerte terminan siendo tan enrevesadas, que parece que todos a su alrededor están implicados en cierta manera, aunque la verdad es que el desarrollo de la historia no me parece ni bueno ni malo. Innecesariamente complicado, sí, pero funcional.

Quizás penséis, ¿y por qué no nos has hablado de Nola? Pues porque no hay mucho de que hablar, sinceramente. Durante toda la historia nos quedan claras dos cosas sobre ella. La primera, que vive con angustia su vida, queriendo huir del pueblo en el que vive; y la segunda, que vive por y para Harry. Su mayor aspiración parece ser, de hecho, cuidarlo para que él pueda escribir el bestseller que estaba fraguando en aquel entonces.

A estas alturas no os va a sorprender que considere esta novela tóxica y misógina a más no poder y, aunque es verdad que este género está saturado de este tipo de narrativas, esta historia parece empeñada en superar en esto a las demás, pues reúne y condensa lo peor del mismo.

Cuando el resto del pueblo se va enterando de la relación que hubo entre Harry y Nola, la mayoría de los personajes alrededor de ellos critican a Harry. No obstante, estos parecen representar más la voz de la sociedad acerca de estos temas que la voz de la propia historia. Porque el caso es que Dicker se empeña una y otra vez en justificarlo, en hacernos ver como la vida para Nola hubiera sido mucho mejor si se hubiera marchado con Quebert, ya que este, pese a la diferencia de edad, la quería. Y tropos y clichés en este libro hay muchos, pero ninguno me revienta tanto como el de la niña enamorada del genio incomprendido, ya no porque es aborrecible e injustificable, sino porque es que además la narración lo usa para hacernos ver como el pobre Harry sufre por amor, que cae en desgracia por este y todos los repudian (¡oh no, su libro ha sido retirado de las librerías, pobrecillo!).

Al final lo que nos queda, en cuanto a la relación Quebert-Kellergan, es que Dicker nos presenta una relación muy problemática, pero sin siquiera hacer el esfuerzo de que los implicados (y sobre todo Harry) se plantee si lo que está haciendo está bien. Vale, sí, se supone que en cierto momento Harry inicia otra relación con Jenny Quinn, pero se nos deja claro que esto dura poco y que solo es un vano intento de mantener una relación normal, sin tener Harry interés real en ella. El problema es ese, que el intento dura poco y sirve no para representar una lucha interna o las dudas de Harry, sino para justificar que él no puede hacer nada por evitar sentirse como se siente y así cimentar su decisión de estar con Nola. Por cierto, puntos de ranciedad extra para Dicker por el personaje de Jenny, cuyo objetivo principal es casarse con Quebert, y también por la madre de esta, que lo que busca es también que su hija se case con él, pues piensa que Harry Quebert es un escrito de éxito en ese momento. Y no, no lo es, engañó al pueblo con esto. Desde luego ¿cómo no vas a quererlo?

Y no me quiero extender, pero podríamos estar hablando horas de estos personajes femeninos. La madre de Jenny, Tamara, se nos presenta como una mujer controladora con sus empleadas y, sobre todo, con su marido, al cual se nos muestra que ordena y manipula a su antojo. Esto no sería un problema (personas así existen, por desgracia) sino fuera porque, menos Nola, todas las mujeres de la historia parecen cortadas por el mismo patrón. Jenny se casa con el agente Travis aparentemente por despecho o desesperación, e incluso la madre de Marcus Goldman aparece constantemente interrumpiendo sus aventuras para decirle, una y otra vez, que se deje de jugar a los detectives y mejor se busque una buena moza con la que casarse. Yo no quiero decir nada, pero si todas las mujeres de la historia se nos presentan bajo un prisma negativo, menos la niña de quince años con la que el escritor mantiene un idilio… Insisto, Joël Dicker ¿qué intentas decirnos?

Por cierto, que además de lo anterior, mientras ellos son escritores, policías, detectives, magnates o pintores, ellas son madres, amantes, novias, camareras, etc. Sin comentarios.

Una imagen vale más que mil palabras.

No obstante, lo peor es que es Nola quien sufre las peores consecuencias de la historia. Es maltratada “por su madre”, sin que su padre haga nada para ayudarla, y no encuentra refugio sino en un pretexto de escritor que se cree enamorado, pero que únicamente tiene tiempo para su libro (es decir, para él mismo), y al que ella quiere de tal manera que está dispuesta incluso a dejarse pintar desnuda por un señor (también mayor) que también la desea, para así poder sufragar el modo de vida de Harry, que en ese momento no da un palo al agua. Y total, para terminar muerta de la forma más absurda posible (y que implica el asesinato de una segunda mujer, aunque también de un señor).

Para terminar con este tema, y ya que estamos con las consecuencias, ¿por qué no hablar de cómo castiga la historia a Harry por ser un mentecato asaltacunas y un ladrón de libros? Porque sí, resulta que su cacareado éxito ni siquiera es suyo, sino que es de Luther Caleb, el cual murió junto a Nola, así que Harry no tuvo ningún reparo en publicar el manuscrito como si fuera suyo.

Claro, Marcus, con todo lo que respeta a Harry, se siente sumamente decepcionado cuando se entera de esto, así que confronta a su mentor y este le explica porqué lo hizo. ¿El motivo? Pues porque el pobre estaba inseguro de su creación y habiendo encontrado “El origen del mal” y viendo que tenía calidad literaria, pues se decidió a robarlo vilmente. Entonces Marcus hace lo obvio: ¿Hacer justicia y revelar la verdad? ¡No! Ocultar la verdad, publicar como si fuera de Luther Caleb el libro que verdaderamente había escrito Quebert, el cual se convierte en best-seller (lo cual es de esperar, siendo una novela teóricamente escrita por un difunto que se ha hecho particularmente famoso por estar implicado en el caso). De esta manera, no solo le evita a Quebert la vergüenza que habría pasado de saberse sus actos, sino que le da la oportunidad de ver que sus escritos son apreciados por el público. Repito, no es que la historia no lo castigue por todo lo que hace, ¡es que incluso lo premia!

Y es que, como decía, este par de dos vive únicamente para que los demás les hagan la ola, lean sus escritos y les digan lo listos y guapos que son. Por tanto, para Harry debía ser algo natural el moverse por el mundo tomando todo lo que quería, por lo que si se sintió atraído por Nola, pensaría que lo más apropiado era saltarse todas las normas y pensar que estas no podían aplicarse a él, que al fin y al cabo es alguien tan especial y profundo.

Pero la realidad es, por supuesto, bien distinta. Porque si alguien se queda prendado de otra persona, tras verla bailar bajo la lluvia, y si su relación se basa en poco más que en esa atracción inicial, es probable que no estemos hablando de amor, sino de mera atracción, de obsesión o de lujuria. Obsesión, como la que sentía Caleb por Nola, pero como este no era guapo como Harry, pues se fastidia y se conforma con pintar cuadros y morir de forma miserable ¿no?

El caso es que podría haberse desarrollado mucho más la relación de Harry y Nola, explicándonos que comparten experiencias y algo más real que una simple atracción física. El problema es que poco o nada llegamos a saber de esta relación (que por cierto dura apenas unos meses) y en qué se basa realmente, ocupado como está él en escribir y ella en servirlo, prepararle la comida y planear su fuga. O bueno, teniendo en cuenta que ella es menor y él le saca unos veinte años, quizás podríamos mejor llamarlo secuestro.

A estas alturas, parece que no pueda quedar nada por criticar, pero no, no puedo terminar esto sin mencionar que Nola, además de tener solo quince años, sufre de un grave trastorno mental. Resulta que a lo largo de la historia se nos hace creer que uno de los motivos por los que quería marcharse de casa era porque su madre la maltrataba. El problema es que su madre murió años atrás y es ella misma quien se autoagrede, adoptando la personalidad de la progenitora durante un rato.

Igual es rizar el rizo, pero, ¿tan superficial era la relación de estos dos que Harry no se dio cuenta nunca de que Nola sufría de estos problemas? Y cuando fue a quejarse al padre de esta por no hacer nada para evitarlo y este le explicó lo que sucedía… ¿decide aun así llevársela con él? Vale, dice que lo quería hacer para procurarle ayuda, pero… ¿No se le ocurrió pensar que esto era un claro indicativo de que en realidad no conocía en absoluto a Nola y su relación no era en absoluto sana? ¿Que teniendo en cuenta la diferencia de edad, el estado mental de Nola y la obsesión que esta evidentemente había desarrollado por él, estaba aprovechándose de ella? Por supuesto, nada de eso se plantea y todo queda en la lucha de «Harry y Nola» contra el mundo, que odia su relación.

Aquí se puede argumentar que la prueba de que él la quería de verdad y hubiera hecho cualquier cosa por ella es que, tras su muerte, pasó los siguientes años sin tener ninguna otra relación. El problema, es que eso no valida más el amor que tuviera por ella, sino que sirve como recordatorio de que Harry es más que probable que tenga serios problemas emocionales. Así que, sumando unas cosas y otras, a la toxicidad y la misoginia podemos añadir un tratamiento pésimo de los problemas de salud mental.

Siendo esto una reseña literaria quedaría hablar de cómo de bien escrito está el texto, pero como dije al principio, hace años que leí el libro y si ha vuelto a mi memoria ha sido por haber visto la serie. Así que, técnicamente, esta sería una reseña válida tanto para el libro como para la serie, ya que no pienso entrar en los aspectos más técnicos de cada uno. En cuanto a la serie, solo diré que además de todo lo dicho, hay poco que rescatar en cuanto a su ejecución, y respecto al libro, preferiría no tener que volver a pasar por tercera vez el mal trago de aguantar a esta gente.


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