Parece que fue hace un montón (y lo fue, realmente) cuando decidí leerme todo el material disponible de los Cuatro Fantásticos hasta la fecha, con lo que va siendo hora de contaros cómo ha ido la cosa. En este caso os contaré qué me ha parecido el segundo bloque de la etapa clásica del grupo, desde el año sesenta y cuatro hasta mediados del sesenta y siete.
Es en muchos sentidos una prolongación de lo ya visto en los años previos, pero desde luego si Lee y Kirby querían que este cómic pudiera seguir llevando el apelativo de «El Mejor Cómic del Mundo» en su portada, no podían simplemente seguir haciendo lo mismo. Esto explica hasta cierto punto que la mejora en la calidad es general: dibujo mucho más detallado y dinámico, historias más complejas, un creciente elenco de personajes y desarrollo de los mismos, retorno de los villanos favoritos por el público y la creación de otros tantos, completando casi por entero ya desde este punto la galería de enemigos clásicos del grupo con personajes como Blastaar o el mismísimo Galactus.
Por supuesto que nada de todo eso tendría importancia si no fuera, precisamente, porque este cómic se empecina en no quedarse estancado jamás, sino en ofrecer algo nuevo, algo más grande, cada vez. Y si, ello implica tomar riesgos que, en más de una ocasión, hacen que nos presenten historias que, por un motivo u otro, no funcionan. Pero la realidad es que la mayoría son bastante solventes, cuando no geniales si se toma en cuenta el estándar de la época. Por tanto, diría que si se tiene ganas de leer cómics clásicos y se tiene la mente abierta a los detalles que peor puedan haber envejecido, estos números son bastante disfrutables.
De hecho, si queréis hacerlo, el momento en que publico estas líneas es uno idóneo, ya que Panini está sacando ahora mismo en su colección Biblioteca Marvel, a un precio bastante asequible, un recopilatorio de esta etapa clásica de los personajes más emblemáticos, tanto los 4F como otros de sobra conocidos. Debo añadir que, además de los cómics en sí, se añaden todos los extras publicados junto con estos en su día, como las cartas de los lectores y algún texto adicional escrito por Stan Lee, entre otras cosillas. Todo ello sirve para que nos hagamos una mejor idea de la relevancia de estos cómics en aquel entonces, además de que así podemos también saber qué tenían en mente sus guionistas cuando hacían según qué cosas.
Por ejemplo, en uno de estos textos Stan Lee habla sobre cómo disfrutaba escribiendo estos personajes, imaginando cómo un adolescente como Johnny actuaría ante cada situación, desarrollando la compleja personalidad de Ben, ideando los enrevesados diálogos de Reed y… ¿las maquinaciones del Doctor Muerte? Cómo será la cosa, que menciona incluso lo bien que lo pasaba escribiendo al Doc, pero no dedica ni una palabra a la pobre Sue. A estas alturas su personaje ha desarrollándose, pero no hay más que ver las portadas para ver que siempre está: a) Secuestrada, b) A salvo tras su amado hombre, c) Mirando impotente como sus compañeros pelean. Es, a todas luces y hasta esta fecha, un persona totalmente desperdiciado. Y si bien sabemos que en un futuro, ya lejos de las garras de Lee, Sue Storm podrá desarrollarse como manda, de momento solo está para ejercer el rol que los guionistas asumían como normal para una mujer como es ella.
Dicho así, puede parecer que el personaje de Sue está estancado, y aunque su relevancia dista mucho de ser la misma que la de sus compañeros, no se puede negar que en estos años sí le dejan, puntualmente, tener sus momentos, como cuando salva la vida de sus compañeros defendiéndolos de una bomba nuclear, ¡estando inconsciente! o engañando al mismísimo Doctor Muerte.
También es mérito suyo (y de Reed) el desarrollo de la trama que confirmaría que los cómics de Marvel eran distintos. ¡La boda de Reed y Sue! Y por supuesto que el número especial en que ello sucede acabaría siendo uno cargado de luchas y emociones, y no tanto de sentimientos (es de esperar que hoy día se hubiese tratado el asunto de modo muy distinto), pero igualmente cierto es que todas las emociones que llevaron a ello se fueron desarrollando, con cuentagotas y a lo largo de años, en los números previos.
En este sentido, y aunque es agradable cuando los personajes sacan a relucir esta faceta más romántica, la realidad es que muchas veces es más torpe que otra cosa, condicionada irremediablemente por los roles de género, marcadísimos estos, que tanto él como ella interpretan. Del de ella ya hemos hablado, pero ¡la verdad es que la actitud alpha male que se marca en estos números Reed me ha pillado bastante desprevenido!
Por su parte, los personajes de Johnny y Ben me parecen algo más estancados, aunque igualmente se van definiendo. Ben, por su parte, cada vez parece menos un bruto violento y se destaca más su nobleza y heroísmo, características que han inmortalizado con el tiempo al personaje. Johnny, por otro lado, empezará a ir a la universidad, con lo que ya no podemos hablar de él como un adolescente, y esto también afectará a cómo lo tratan el resto. Además, es él el encargado de ir introduciendo en la serie a personajes como Wyatt Wingfoot o Crystal, y a un grupo que acabará ganando una inmensa popularidad, como lo son los inhumanos. Estos son, de hecho, la familia y especie a la que pertenece Crystal, quien será el amor de la Antorcha durante estos años, y por ella hará todo lo que esté en su mano, siendo esta relación la causante de numerosas tramas simultáneas. Y es que otra diferencia fundamental con los años previos es que poco a poco se pasa de las historias episódicas a las tramas que se prolongan durante varios números, a menudo intercalándose entre ellas, dando más la sensación de ser una historia continuada y no un puñado de aventuras sueltas, cronológicamente intercambiables y prescindibles unas respecto de otras.
He mencionado también que se aprecia una clara mejora en el dibujo, tanto en la consistencia en el aspecto de los personajes, como en el nivel de detalle, los fondos, el impacto de las escenas importantes… No voy a explicar mucho más, pues no soy para nada un entendido en estas cuestiones, aunque sí puedo decir que el cambio es significativo y que hace de la lectura algo mucho más ameno e interesante. Aquí un par de ejemplos:
No puede terminar esta reseña sin hablar de otro aspecto que se comenta menos, pero que me parece vital de cara a leer estas historias y disfrutarlas a día de hoy: el absurdo. Claro que las historias de este género son, por naturaleza, bastante absurdas. ¿Te pica una araña radioactiva? Ganas poderes. ¿Tienes una mutación genética? Ahora controlas el clima o el magnetismo. Etcétera. Pero una historia puede ser absurda y buscar ser seria (algo perfectamente válido y que puede funcionar si se lleva bien), pero también puede abrazar esa absurdez y oscilar entre los momentos tensos y dramáticos, y otros más graciosos. Creo de verdad que esta capacidad para saber cuándo y cómo hacer uso de esta comicidad es uno de los puntos fuertes de estos años de Los Cuatro Fantásticos:
En suma, en solo 7 años de historia, el título cambió mucho y a mejor. Así pues, habrá que ver cómo siguieron evolucionando y si han resistido el paso del tiempo. Al fin y al cabo, ya llevan explorando el multiverso durante más de sesenta años. Nos vemos en próximas reseñas.
Valoración: Historias ideales si se quiere leer algo de los inicios de estos personajes y del mundo Marvel en general, sin por ello tener que irse al principio de todo.